El fallo del premio, al que se han presentado 383 poemarios, se ha dado a conocer de manera telemática debido a la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 tanto por el presidente del jurado, el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia, Francisco Javier Díez de Revenga, como por el director de la Fundación Cultural ‘Miguel Hernández’, Aitor Larrabide, los cuales han querido destacar la esperanza que deja este nuevo libro, cuyo autor es un enamorado del poeta oriolano

El escritor colombiano Carlos Alberto Palacio Lopera con su obra ‘Abajo había nubes’ ha sido el ganador del Premio Internacional de Poesía ‘Miguel Hernández-Comunidad Valenciana’ en la edición de 2020, convocado por la Fundación Cultural Miguel Hernández, dotado con 8.000 euros, un elemento artístico acreditativo y su publicación a cargo de la prestigiosa editorial madrileña Devenir.

El fallo del premio, al que se han presentado 383 poemarios, se ha dado a conocer de manera telemática debido a la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 tanto por el presidente del jurado, el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia, Francisco Javier Díez de Revenga, como por el director de la Fundación Cultural ‘Miguel Hernández’, Aitor Larrabide, los cuales han querido destacar la esperanza que deja este nuevo libro, cuyo autor es un enamorado del poeta oriolano. 

El ganador de esta edición se graduó como médico y cirujano por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, y ha dedicado los últimos veinticinco años de su vida, de forma exclusiva y, tras realizar estudios musicales en el Instituto Superior de Artes de La Habana (Cuba), al cultivo de la palabra cantada y escrita. Además, ha publicado dos poemarios, ‘Pasacintas’ y ‘Así se besa un cactus’ y, entre otros reconocimientos, ha sido vencedor del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia. 

La crítica especializada le considera con nueve discos editados como uno de los más destacados letristas de su generación. Su pasión por las relaciones entre poesía y canción se ve reflejada, de forma especial, en su más reciente álbum, ‘El siglo del  loro’, un homenaje a la literatura del Siglo de Oro español consistente en sonetos musicalizados y cantados en compañía de algunos de los más reconocidos cantautores hispanoamericanos, entre los que se cuentan Javier Ruibal, Jorge Drexler, Pedro Guerra, Coque Malla, Marta Gómez, Rozalén y El Kanka. 

En la actualidad cursa el último año de los estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Antioquia, en Medellín, y combina la escritura de su tesis de grado, centrada en el fenómeno de la musicalización poética, con sus labores como docente en música y literatura. También dirige y coordina ‘La cofradía de la palabra’, un espacio virtual con más de 1.200 integrantes de dieciocho países, dedicado al cultivo de la escritura de las formas clásicas de verso rimado en español.

Jurado

El jurado ha estado compuesto, además de por su presidente, patrono de la entidad, por la escritora y poeta Blanca Andreu y los poetas y profesores Joaquín Juan Penalva, de la Universidad Miguel Hernández (UMH), y Arcadio López-Casanova, de la Universidad de Valencia (UPV), y el editor Juan Pastor. El director de la entidad convocante ha actuado como secretario.

El presidente del jurado destacó «la buena construcción y su coherencia estructural, a pesar de la evidente variedad argumental y de los distintos intereses temáticos que lo enriquecen«. Además, afirmó que el libro está «presidido por una evidente sensibilidad, es emotivo y comprometido con reflexiones de notorio humanismo que revelan una evidente madurez y convicciones sólidamente sustentadas. Es destacable en todo caso la originalidad de sus planteamientos temáticos y de los resultados obtenidos». Mientra que Andreu subrayó su «enorme riqueza verbal» y la conmoción que provoca su lectura gracias a su originalidad.

Por su parte, el profesor Penalva resaltó que el libro «traza un amplio recorrido a través de los lugares de la memoria, como la infancia, ciudades como La Habana, la reflexión sobre el paso del tiempo y la imposibilidad de atraparlo«. Por ello «el resultado es un poema-río que recorre la propia existencia del yo poemático a través de las distintas composiciones que jalonan el volumen, dividido en tres partes bien diferenciadas, ‘Anamnesis’, ‘Mañana, la piedra’ y ‘Aquí, el ocaso'». Además, destacó que «una enorme fuerza poética alienta la mayoría de las composiciones del libro, con un fraseo brillante que permite, al mismo tiempo, el relato, la evocación y la construcción de hermosas imágenes». Para Penalva «se trata de un libro bien armado, que sirve de soporte a una voz plenamente formada».

También López Casanova indicó que se trata de un libro «extenso e intenso en el que el autor, con voz original y variedad de tonos y registros, da representación lírica a la intrahistoria personal (con foco en el ‘yo’) y social (en el ‘mundo’)». Concluye diciendo que se trata «de una poesía de hondo signo testimonial, con poemas de poderoso aliento enunciativo, de esmerada construcción y sostenida modulación rítmica, y de un lenguaje de sorprendentes valores expresivos. Un libro, además, de muy marcado acento renovador».

El editor Pastor destacó del libro «la intención de su discurso poético, en el que las imágenes se suceden y envuelven al lector a lo largo de todo el poemario«, además de «la rotundidad del lenguaje poético y la riqueza de su intención en el mensaje globalizado del libro». Asimismo, adelantó que la obra saldrá publicada en una tirada de 1.500 ejemplares en el próximo mes de octubre, y el acto de entrega del premio será, al mes siguiente, en noviembre.

Ganador

El director de la Fundación Cultural ‘Miguel Hernández’ comunicó al ganador la concesión del premio, y Palacio remitió un texto que idolatra al poeta oriolano Miguel Hernández diciendo que «si para un poeta en lengua castellana su nombre resulta insoslayable, para un cantautor, para un escritor de canciones cuyo catalejo está puesto en el texto, la figura del poeta de Orihuela deviene punto cardinal«. Además, señaló que «la tintineante musicalidad de los textos de Hernández los hace susurrables en los códigos de la música y dulcemente cantables como los cantautores del siglo XX se encargaron de demostrárnoslo. Su obra, profunda y leve, jamás abandonó el original terreno de la oralidad que, por siglos, contuvo a la poesía; su vocación de tierra».

Para finalizar manifestó que «en mi lejana infancia de pueblo, en las laderas de los andes y en un país en guerra, Miguel Hernández sonó siempre cercano, con el tono local que sólo tienen las voces universales. Recibir el Premio Internacional de Poesía ‘Miguel Hernández’, honor aparte, me obliga a regresar al huerto de la casa de mi infancia, donde mi padre leía en voz alta, para mí y para mis hermanas, los poemas que amaba, mientras nos pedía jamás olvidar el privilegio de no ser niños yunteros«.