La imposibilidad de salir, la pérdida de rutinas y el cambio en las situaciones laborales provocaron un aumento de la violencia en las familias

La Mancomunidad Bajo Segura registró un aumento de las intervenciones en domicilios por conflictos familiares agravados por el confinamiento, especialmente con la población adolescente llegando a realizar más de 150 intervenciones a lo largo del estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus.

Los procesos de desobediencia en el núcleo familiar hicieron que el personal de la entidad tuviera que realizar distintos seguimientos tanto por vía telefónica como a través de encuentros digitales o presencia domiciliaria tanto de los profesionales de la Mancomunidad Bajo Segura como de la Policía de cada municipio en los casos más extremos.

De esta manera, se realizaron varios tipos de seguimiento adaptados a cada uno de los grupos de edad de los menores. A los niños que pertenecen a la etapa infantil se facilitaron pautas para el buen ambiente familiar, como horarios para realizar las tareas escolares, labores del hogar y tiempo libre solos y en familia. También se hizo hincapié en el refuerzo entre el vínculo padres-madres y los hijos e hijas.

Problemás económicos

A este respecto, la responsable del EEIIA (Equipo Específico de Intervención con Infancia y Adolescencia) de la Mancomunidad Bajo Segura, María Teresa Navarro, indicó que «en la edad adulta se ha tenido que realizar, sobre todo, mucha labor de concienciación del cambio de la situación debido a la crisis sanitaria e incidir en el cumplimiento del confinamiento y la nueva normativa, que en muchos casos se la han saltado e incluso han incurrido en denuncias, además de los propios altercados creados en casa con los progenitores o tutores legales«.

Así, los profesionales que componen el equipo de trabajo de menores e infancia de la entidad explicaron que en la mayoría de casos el ambiente familiar se vio agravado por problemáticas económicas, como despidos, ERTES que no llegan, solicitud de ayudas en la gran mayoría de las familias, peticiones a los bancos de alimentos, entre otras. Todos estos hechos sumieron a muchas familias en ambientes complicados nada positivos para la convivencia.

Violencia de alto grado

Además, los expertos aseguraron que vivieron momentos muy complicados en algunos núcleos familiares en los que incluso se tuvieron que soportar capítulos de violencia de alto grado con intervenciones tanto del equipo de profesionales de la entidad como en muchos casos de la Policía Local del municipio. También explicaron que a pesar de la labor que se realizó en algunos casos, se incumplieron las normas y se cursaron denuncias a los menores por saltarse las medidas puestas a la ciudadanía durante el confinamiento.

Otro de los capítulos que necesitó la mediación por parte del equipo de profesionales de la Mancomunidad Bajo Segura fueron los problemas de cumplimiento de medidas paterno-filiales de los menores cuyos padres están divorciados. La situación de estado de alarma provocó numerosos conflictos por este tema, porque muchos de los progenitores sentían miedo de que los niños fueran de un núcleo familiar a otro.

En relación al resto de las consultas y gestiones realizadas se suman aquellas cursadas por problemas de ansiedad, miedo intenso, insomnio, cefaleas agudas y depresión. En menor medida se atendieron llamadas de personas adultas que tienen otras enfermedades no relacionadas con la COVID-19 y que empeoraron durante este período. Esto unido al miedo que tienen de infectarse también del virus les provoca ataques de pánico, desórdenes alimenticios y miedo a acudir a las consultas médicas. La entidad calificó este período como muy intenso, en el que se tuvieron que aunar esfuerzos y, sobre todo, aprendizaje para ayudar a todos los que les necesitaron.