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Desde nuestra formación seguimos insistiendo en la necesidad inaplazable de que desde las instituciones se profundice en las políticas en favor de la igualdad

En este 25N atípico por las condiciones que impone la pandemia, desde Cambiemos Orihuela queremos volver a condenar todas las formas de violencia que sufren las mujeres por el hecho de haber nacido como tales. Una de cada dos mujeres, es decir, la mitad de las mujeres de nuestro país, ha sufrido algún tipo de violencia por parte de algún hombre a lo largo de su vida. Y todas, sin excepción, experimentan cotidianamente algún tipo de violencia estructural (social, económica, laboral, institucional…) porque el patriarcado está en las raíces de nuestra cultura.

 

Ante estas evidencias, desde nuestra formación seguimos insistiendo en la necesidad inaplazable de que desde las instituciones se profundice en las políticas en favor de la igualdad, en el cumplimiento de las legislaciones y pactos tanto a nivel estatal como autonómico, de la Ordenanza Municipal de Igualdad entre mujeres y hombres, así como del desarrollo y ejecución del Plan de Igualdad Municipal.

 

Para ello nuestro municipio necesita unos presupuestos con perspectiva de género y partidas específicas suficientes y calendarizadas, con el fin de erradicar las violencias machistas. Para poder llevar a cabo campañas de sensibilización a nivel general, y de coeducación en todos los centros educativos y niveles, con continuidad y periodicidad. Para ampliar el servicio de atención a víctimas y menores a su cargo. Las cifras demuestran que las secuelas psicológicas y físicas de las violencias, tanto dentro como fuera de la pareja, son elevadas y suponen un grave perjuicio en el desarrollo personal de las mujeres, consecuencias que afectan a toda la sociedad.

 

Además de poner en marcha medidas que palíen la profundización de la desigualdad que han provocado las medidas de restricción sanitaria. Sabemos que esta crisis ha golpeado a las mujeres más fuerte, como consecuencia de la desventaja de partida. Más paro, más carga de cuidados, más exposición al virus (el 70% del personal sanitario y sociosanitario son mujeres) y menos posibilidad de denunciar durante el confinamiento. Ante esto se hace imprescindible poner en marcha políticas públicas que puedan aliviar el sufrimiento y las dobles y triples jornadas ante la falta de conciliación y la corresponsabilidad, que no llega por falta de implicación de muchos hombres o la incertidumbre económica que ahonda la brecha de la feminización de la pobreza. En definitiva, que las mujeres no tengan que elegir entre trabajar fuera de casa remuneradamente o sostener la vida en los hogares.

 

La apuesta decidida por la igualdad debe traducirse en políticas que transformen las vidas de las mujeres, y por extensión del conjunto de la sociedad. Las víctimas de la violencia no son solo las asesinadas, ellas son el exponente más brutal del patriarcado, pero hay muchas muertas en vida, mujeres que sobreviven y que se abren paso cada día en un entorno hostil, que las cosifica, las relega al rol de cuidadoras, peor pagadas, por mantener y reproducir la vida. Estamos en contra de todas esas violencias y nos situamos del lado de quienes trabajan para erradicarlas. Las conquistas de derechos son frágiles, la ruptura de consensos alcanzados a duras penas indica que queda todavía mucho por recorrer y la reacción es fruto de los avances conseguidos gracias al movimiento feminista organizado.

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